Sombras que nacen y se deshacen en la oscuridad.
Vienen con una cálida
llamarada de pasión, silenciando los chillidos de placer que provocan su
presencia.
Y ahí estaban ambos, bajo el encanto y la seducción de la
hoguera, buscando calor en una fría noche, donde lo único que les permitía
hacer la situación era follar.
Follar entre sombras, en un sillón viejo donde probablemente
ya habían estado antes otros, pero y qué? Eso ahora no importaba, él deseaba su
cuerpo, y ella su polla, lo único que querían ambos era terminar en la cúspide
de la montaña, extasiados, mojados.
Todo terminó
Ella igual, esperando el último golpe para terminar, golpe
inexistente, final sin terminar.